Hace 43 años, en Aracataca Magdalena, nació la primogénita de don Juan y doña Rosita. Don Juan, que era compositor y amante del vallenato, la llamó Dina Luz, en honor a una de las musas del maestro Rafael Escalona, en la que se inspiró para componer ‘El Arcoíris’, un clásico de este género.
Junto a sus padres y hermanos vivió una de las más hermosas épocas de su vida en “La Esperanza”, la finca que habían logrado levantar con mucho trabajo y esfuerzo los abuelos paternos, en la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta. Fue construida, cuando se casaron, en las tierras que adquirieron por algo más de cinco mil pesos y donde, desde muy jóvenes, habían decidido echar raíces y formar sufamilia.
Tenía más de 200 hectáreas, aquella tierra fértil en la que cultivaban y cosechaban de todo. Era como vivir en un paraíso que les proveía lo que necesitaban, y en los que todos; abuelos, hijos y nietos trabajaban. Dina Luz viviría allí hasta los once años.
Pero el paraíso se transformó en infierno con la llegada degrupos armados que, a punta de amenazas, los acosaban para obligarlos a abandonar la finca en la que habían vivido toda la vida. Ante la negativa del abuelo, el patriarca de la familia, dos de sus hijos fueron asesinados.
Entre el dolor y el miedo dejaron atrás lo que habían construido para comenzar un éxodo interminable que los hizo recorrer pueblos y caseríos del Cesar y de los LlanosOrientales, un recorrido en el que, la sombra de la violencia y el desplazamiento los perseguiría por décadas.
Con la pérdida de sus tierras, cultivos y animales llegaron la pobreza y las carencias; en el pasado quedaron los días de prosperidad y abundancia y ahora Dina Luz, la mayor de ocho hermanos, quien había logrado terminar la primaria de noche por sus propios medios, debía ayudar a mantener a la numerosa familia.
Recuerda que trabajaba en los restaurantes de los pueblos y que, en las noches, al terminar su jornada, le daban una olla de sopa con la que se alimentaban sus hermanitos que,durante un tiempo, también tuvieron que dormir en una sola cama.
La situación que afrontaba con su familia solo le dejaba tiempo para trabajar y sobrevivir, sin embargo, ella no se resignaba a dejar morir su sueño de ser actriz, anhelo que nació en su niñez, cuando se quedaba embelesada viendo la televisión en el pueblo, durante las esporádicas y breves salidas de la finca con sus padres.
A través de esa “caja mágica” se adentraba en historias fantásticas y reinados, que, bajo su dirección, reproducía con sus hermanos en escenarios y pasarelas improvisadas, “Yo disfrazaba a mis hermanas, las ponía a desfilar, jugaba a los reinados, siempre me gustaron los medios”, recuerda.
Cuenta orgullosa que, paso a paso, ha ido acercándose a la actuación. Con el apoyo de una amiga hizo algunos talleres ydurante el 2017 y el 2019, tuvo breves apariciones como figurante en algunas producciones y espera poder seguir teniendo oportunidades para explotar su vena artística.
Y la vida quedó suspendida…
A los 19 años se enamoró, él era un muchacho de 22 años que se volvió un cliente permanente del restaurante en el que Dina Luz trabajaba. Ella anhelaba tener su propia familia y pronto decidieron construir su hogar, un par de años después nacería su primer hijo.
Llena de amor se dedicó por completo a su bebé, soñaba para él una realidad diferente, alejada de las dificultades que ella había tenido que experimentar desde su infancia. Siempre le dio lo mejor, hasta lo imaginaba en la televisión actuando, tal como ella lo había deseado un día.
Con ilusión celebró sus primeras palabras, sus primeros pasos, sus primeros dientes y llenó álbumes con sus fotografías en las que él posaba coqueto para la cámara y sonreía con inocencia.
Pero una mañana todo cambió, una explosión ensordecedora,una nube de humo, gritos y confusión irrumpían en la tranquilidad de aquel barrio al que habían llegado a vivir,cuando decidieron trasladarse a Arauca. Una moto llena de explosivos, utilizada por grupos armados para atentar contra la población, había sido activada.
Todo era caos y Dina Luz se llenó de terror. Su esposo junto a su bebé había salido de la casa apenas unos segundosantes. Ella corrió hacia la calle, y lo encontró malherido, había tratado de proteger al pequeño con su cuerpo, pero todo fue en vano. Ese día su hijo, se convertía en una nueva víctima de la violencia, tenía tan solo dos años y tres meses de edad.
Con la pérdida de su hijo, su vida quedó suspendida y en silencio y el corazón se le llenó de dolor y desesperanza. Muchos años estuvo sumida en las más profunda de las tristezas. Su hijo hubiese cumplido los veinte, este año y sigue vivo en cada recuerdo.
Un regalo de Dios
Tratando de seguir viviendo, Dina Luz junto a su esposo,decidieron partir a Bogotá, se establecieron en un barrio de Ciudad Bolívar, se dedicaron a comercializar productos y a trabajar en lo que se pudiera. Cinco años después, en una decisión de reconciliación con la vida, decidieron de nuevo ser padres y en el 2008 nació su segundo hijo, que ha sido un regalo de Dios.
Ahora está separada y enfoca todas sus energías en darle lo mejor a su hijo que hoy tiene trece años, y a disfrutar de sus logros. Él es su motor y su compañía.
Con su trabajo en un asadero de pollos ha podido darle lo necesario para salir adelante, aunque espera, algún día, tener su propio negocio y ser independiente.
Hoy está convencida de que la paz y la unión de los colombianos es el único camino posible para que este país salga adelante, ya no hay espacio para el rencor. El futuro la espera.
Construyendo el sueño de tener una vivienda propia
La perseverancia y la disciplina han llevado a Dina Luz a alcanzar lo que se propone, pero su valor le ha permitido enfrentar las pruebas más duras. Buscando un mejor futuro para su hijo y para ella se empeñó en conseguir una vivienda propia.
Fue así como en este camino asistió a la Feria de Vivienda del año 2020 y, con la guía del equipo de Secretaría del Hábitat, inició el proceso escogiendo un proyecto de vivienda de interés prioritario. De manera juiciosa reunió la documentación requerida; hizo el pago de la separación; realizó la postulación para recibir el subsidiodistrital que le otorgó la Secretaría, junto con el asignado por la Nación. En octubre, firmó las escrituras de su apartamento.
Este año falleció su padre por COVID, lo que fue un duro golpe para la familia, sin embargo, ella sigue adelante como él lo hubiera querido, se siente orgullosa de lo que ha logrado.
Y llegó el día esperado
Era sábado y el mensaje que esperaba con ansias desde hacíados meses llegó. Era la citación para recibir su apartamento.No pudo dormir durante todo el fin de semana, tenía una mezcla de sentimientos que, en la mañana del lunes, 13 de diciembre se convirtió simplemente en felicidad.
Madre e hijo se apresuraban a subir por la escalera, Dina Luz se adelantaba, en sus manos llevaba la llave que le abría la puerta de su nuevo hogar, y a su sueño cumplido de ofrecerle un techo digno a su hijo donde él, por fin tuviera su propia habitación y en donde podrán seguir construyendo su futuro.
Ya en el interior, sus ojos se llenan de lágrimas, toma una pausa para respirar, extiende sus manos y agradece con voz entrecortada.
“Gracias a Dios, tengo una felicidad muy grande, solo él sabe lo que he luchado por mi apartamento, y hoy, él me está premiando. Gracias a la Secretaría del Hábitat por todo el acompañamiento, por estar ahí para ayudarme y para asesorarme, gracias por este subsidio que me está ayudando muchísimo, junto con el de la nación, gracias a todos los que han aportado para ayudarme, a la constructora, a la cooperativa, y a todas esas personas hermosas que estuvieron ahí para ayudarme en todo el proceso”.
Entonces recorre su apartamento, toca con la punta de los dedos cada pared y dice que para ella es su propia sumansión. De pronto, al llegar a la habitación elegida para su hijo, ambos se miran a los ojos y se funden un largo abrazo, lleno de lágrimas y risas. Este es un logro de los dos.
Emocionada, pero más serena, extiende una invitación para que las madres cabeza de familia se postulen a los subsidios que ofrece el Distrito, a través de la Secretaría del Hábitat: “La verdad no me ha tocado fácil, he sufrido mucho ya que soy víctima del conflicto, mi vida ha estado llena de sufrimientos, pero quiero decirles a esas madres que sufren con sus hijos que sigan adelante, que luchen por esa vivienda”.
Y agregó, “No se queden ahí esperando, no hay tiempo para perder, no es imposible, hay que ir, inscribirse y hacer todos los pasos. ¡Sí se puede!
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