Soy María Castiblanco Rincón, tengo 69 años y vivo en el barrio Unir II de la localidad de Engativá. Estoy muy agradecida, pues uno siempre debe dar gracias por todo lo bueno que le llega.
Hoy les quiero compartir una pequeña parte de mi vida, de cómo logré cumplir mi sueño, ahorrando y trabajando con mi hermano y de las bendiciones que, con el tiempo, han llegado.
Organizando mi casa, como hasta hoy es costumbre, escuché que tocaron a mi puerta y yo no esperaba a nadie ese día. Al abrir, estaban unas personas y me sorprendí, pues todos traían chaquetas verdes iguales. Una de las señoritas del grupo se me acercó a decirme que yo había salido favorecida con el subsidio de Mejoramiento de Vivienda de la Secretaría Distrital del Hábitat. A mí se me hizo raro, pues era lo que menos esperaba en ese momento de mi vida.
Cuando llegué a este barrio, hace nueve años, esto era un potrero y yo empecé a construir mi ranchito con teja Eternit. Pero, con mucho trabajo, esfuerzo y ahorro, junto a mi hermanito, quien me ha empujado para que construyamos la casa, empezamos a salir adelante.
Fuimos comprando todo de a poquitos; el cemento, los ladrillos, las tejas y, paso a paso, levantamos las paredes con lo que nos íbamos ganando. Era un trabajo en equipo, eso hacía que todo fuera más organizado y rápido. Así, logramos levantar una casa de tres pisos, pero toda en obra negra. Las paredes y el techo rústicos y el piso en cemento. Mi ilusión era que mi casita estuviera terminada.
Yo me preguntaba cuándo vería todo finalizado, pero mi Diosito es muy grande y me escuchó. Actualmente, mi hermano, que es electricista, es quien trabaja para traer la comida y pagar los servicios. A mí, por mi edad, es muy difícil que me empleen en algún oficio.
Gracias al programa de Mejoramiento de Vivienda, con el que fui beneficiada, la Secretaría Distrital del Hábitat arregló mi casita. Luego de estar estucada, los arquitectos empezaron a intervenir la escalera con enchape, ya que a mi edad era un riesgo subir y bajar porque me podía tropezar. Después hicieron el cielo raso, la cocina y la puerta del baño, ¡Todo quedó muy bonito!
Tengo un hijo que vive en Mosquera, él está muy feliz y me dice que quedó muy lindo. Mi nieta, que es casada, viene más seguido con su esposo a visitarme, contenta de ver cómo me ha mejorado mi calidad de vida y me dice: “Abuelita, ahora sí voy a venir más seguido”.
Este mejoramiento de vivienda me ha dado el ciento por ciento de beneficios, me he sentido muy bien, contenta y estoy muy agradecida. El mensaje que le doy a todas las mujeres, hombres y familias es que crean, que todo lo bueno llega, que agradezcan, pues a mí me cambió la vida y sé que seguirán cambiando la vida a muchos que lo necesitan.
Yo ya disfruto de mi casa terminada con mis animales, pues los amo y ayudo a muchos que están en la calle. Veo un animalito aguantando hambre y me empieza a doler el corazón. Ahora ellos tienen un mejor espacio para vivir conmigo.
Así, como doña María hoy disfruta del Mejoramiento de Vivienda, la Secretaría Distrital del Hábitat busca beneficiar cada día a más familias de la capital para seguir haciendo de Bogotá, el mejor hogar.
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