Esta es la historia de Erce, un grupo de danza de la localidad de Bosa, ganador de la convocatoria “Estímulos para la Innovación Social” de la Secretaría Distrital del Hábitat, con la que se busca promover la participación ciudadana y la corresponsabilidad.
Erce es un grupo artístico de la localidad de Bosa con gran acogida en jóvenes entre los 16 y 25 años, quienes encontraron, en este, un espacio para desarrollar sus talentos en baile y danza. Pero, además de clases de formación, han recibido enseñanzas sobre cómo enfrentar sus vidas.
“Todos pueden participar en Erce desde el rol que quieran asumir. Por eso no hacemos audiciones sino convocatorias, no buscamos calificar a los chicos, lo que buscamos es vincularlos. Es muy gratificante ver cómo de este equipo ‘saltan’ a otros espacios artísticos”, explica Jhon Freddy Moran, fundador de Erce.
Hace tres años cuando su líder, Moran, inició con el proyecto no imaginó que se convertiría en uno de los mayores retos de su vida; “El grupo va más allá de la imagen, de la pestaña postiza, maquillaje o vestuario. No es la puesta en escena, es lo que pasa con las comunidades, es el proceso lo que importa”, afirma.
Detrás de la consolidación de esta organización existe un precedente de lucha y liderazgo. Freddy, oriundo de Nariño, fue desplazado por la violencia hace más de trece años. Desde entonces vive en Bogotá. La salida forzosa de su territorio se originó debido a que su madre ejercía como líder social en ese territorio.
“Vengo con toda esa carga de entender que la construcción de espacios para personas menos favorecidas se hace cada vez más difícil. He logrado formarme como profesional desde las uñas. De llegar a una ciudad donde no tengo a nadie y construir todo lo que se ha logrado sin ningún contacto, sin ninguna ayuda”, asegura Moran.
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Freddy lamenta que las presentaciones artísticas no cuenten con el reconocimiento que merecen. Aunque realizan presentaciones sin tener garantía sobre el pago, transporte o refrigerio, esto nunca ha sido un impedimento para continuar llevando alegría y arte a la localidad.
Debido a esta realidad, la Secretaría del Hábitat se ha planteado como objetivo promover la participación de la comunidad de diferentes localidades de Bogotá, con procesos que fortalezcan sus capacidades, el trabajo en equipo y la corresponsabilidad.
Por eso, cuando esta entidad lanzó la convocatoria “Estímulos para la Innovación Social” en 2021, Moran no dudó en presentarse y, aunque recopilar todos los documentos y cumplir con los requisitos, fue una tarea compleja, finalmente lo lograron y fueron merecedores de un apoyo económico de quince millones de pesos. Este programa impactó trece localidades, beneficiando a más de 11.630 personas.
“Desde hace rato necesitábamos un video beam y un computador. Este recurso nos sirvió porque nos permitió adquirir estos implementos, al igual que el vestuario, el montaje y el acompañamiento de los chicos en el montaje. El apoyo que nos brindó esta convocatoria fue de gran ayuda para hacer todo lo que soñábamos”, expresó Freddy.
En total fueron escogidas sesenta iniciativas, las cuales aportaron a fortalecer: entorno y ambiente, servicios públicos y aprovechamiento de residuos, energías limpias, reactivación económica y convivencia en los proyectos de vivienda.
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Transformar vidas, el verdadero sentido de Erce
Aunque Erce nació bajo una mirada artística, poco a poco se fue fortaleciendo como un espacio donde se priorizan aspectos como la disciplina y el trabajo en equipo, lo cual ha impactado la vida de los jóvenes mejorando sus habilidades y convivencia.
“Veo papás orgullosos que dicen que no pensaron que sus hijos fuesen capaces de hacer eso. Dicen que sus hijos han cambiado de tal manera que los respetan y colaboran más en la casa para que se les permita ir a los ensayos. En términos de convivencia los padres aseguran mejoría de un 70 por ciento. Ellos nos agradecen por este tipo de iniciativas”, destaca Jhon Freddy Moran.
Una de las integrantes es Karen Lizet Martínez de 17 años, quien mientras adelanta sus estudios hace parte de esta agrupación. Al ingresar lo tomó como un pasatiempo, sin embargo, nunca había permanecido tanto tiempo vinculada a la misma actividad: “Es la primera vez que digo: voy a entrar un tiempo y me quedo, ya llevo dos años en el grupo”.
“Es darse la oportunidad de hacer algo diferente por la vida de uno. A veces no sabemos qué gustos tenemos hasta experimentar algo nuevo. No sabía que me gustara tanto bailar y menos que lo haría bien. Hasta que lo experimenté. Perdemos tiempo en cosas que no nos dan felicidad, qué bueno encontrar esas actividades que en verdad nos llenen”, expresa Karen.
Por otro lado, Jhon Freddy Moran cuenta que también ha visto algunos padres alejados de los procesos de sus hijos. “Veo otra cara que a veces me entristece. Es ese papá que no ha visto la primera presentación de su hijo y que son de los mejores bailarines, de los que van la luchan, la guerrean, son los que están en la primera escena, los que hacen los solos y sus padres nunca los han visto”.
Pese a esto, el grupo sigue en pie y tomó un nuevo aire con el apoyo brindado por la Secretaría del Hábitat. “Seguiremos tocando puertas para ver qué más se puede hacer. Desde mi perspectiva la danza y el arte son muy importantes. A mí se me transformó el chip”, concluye Moran.
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