Te invitamos a conocer la historia de doña Amanda, una bogotana beneficiaria del Programa de Mejoramiento de Vivienda de la Secretaría Distrital del Hábitat.
Doña Amanda Aponte Blanco es una bogotana de 60 años que toda su vida ha vivido en la capital. Nació en el barrio Meissen, pero cuando conoció a su esposo se radicaron en Patio Bonito. Sus ojos se inundan de lágrimas cuando recuerda los momentos difíciles que pasaron como consecuencia de los fuertes inviernos que terminaron por inundar su casita.
En ese entonces se fueron, de manera provisional, a un parque mientras el Distrito los reubicaba. Luego, tuvieron que elegir entre un apartamento en Candelaria o una casa lote en el barrio Compartir. Doña Amanda, que no le teme a nada, eligió la segunda opción porque quería tener de nuevo su casita.
En ese tiempo el barrio Compartir era una loma donde varias familias empezaron a construir sus viviendas con paroi, una tela impermeabilizante fabricada con sustrato de papel Kraft e impregnada con una mezcla de asfalto y aceite mineral. Sin embargo, doña Amanda soñaba con una casa de “verdad, verdad”, con paredes, techo, baño, habitación, patio y cocina.
Esta historia comenzó hace ya más de cuarenta años y doña Amanda sigue viviendo en el sector de Compartir. Adora su casa que, en ese entonces, estaba en obra negra, pero que, poco a poco, fue mejorando gracias a las ayudas gestionadas por la Caja de la Vivienda Popular y la Secretaría Distrital del Hábitat.
Fue ahí donde doña Amanda formó su hogar y con el amor más grande crió a seis hijos. El camino que ha tenido que recorrer no ha sido fácil, ya que enviudó teniendo a los niños todavía muy pequeños. Acomodados en camarotes buscaban estar cómodos en el espacio que era muy estrecho para todos. Sin embargo, se dieron mañas para acomodar, hasta una salita, para ver televisión y hacer tareas.
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Poco a poco, fueron saliendo adelante. Sus hijos crecieron, ella conoció un nuevo amor y después de años de trabajo y ahorro juntos, pudieron echar la” plancha”, adecuaron un local en el primer piso y se acomodaron en el segundo. Ladrillo a ladrillo, fueron levantando y ampliando su vivienda.
Hoy, doña Amanda paga los servicios con una ayuda que recibe del Gobierno y uno de sus hijos le da la mano con el mercado. El proyecto que tiene es poder arreglar el local, que está en obra negra, y poner un negocio para vender tintos y empanadas.
No pierde la fe, ni las ganas de trabajar. Si pudo sacar adelante a seis hijos y levantó su casa de ceros, está segura de que pronto logrará tener un próspero negocio, bendecido con muchos clientes.
En la vida de doña Amanda solo hay amor y agradecimiento. Ya tiene catorce nietos que la visitan a diario en su “casa de verdad”, donde destaca sobre el mejoramiento de vivienda de la Secretaría Distrital del Hábitat: “Lo que más me gustó fue que me enviaron buenos materiales y maestros. Además, les explicaron qué era lo que tenían que hacer. Por eso me dejaron la casa muy bien arreglada” dice con una bella sonrisa.
Luego de que su hogar pasara por muchas fases, hoy puede decir que se siente realizada y está orgullosa de su casa esquinera, que consta de dos habitaciones en el primer piso y de una habitación con cocina y baño, en el segundo.
Doña Amanda le dice a todos sus vecinos y conocidos que sí es cierto, que las ayudas del programa de Mejoramiento de Vivienda llegan, que confíen y esperen. Gracias a la Secretaría Distrital del Hábitat, hoy su casa está más linda y pudo mejorar su calidad de vida.
¡Así seguimos haciendo de Bogotá, el mejor hogar!
Recuerda que no debes desplazarte a ningún lugar para solicitar el subsidio. La Secretaría identifica y da prioridad a los sectores de la ciudad más necesitados.
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